Aunque lo primero que hacemos cuando nos duele la cabeza es tomarnos una aspirina, quizá la solución este un poco más abajo, ya que el 30% de las cefaleas tienen su origen en la unión de estrés y un desequilibrio en el ajuste de los dientes o maloclusión.
La forma de saber si el maxilar superior no encaja de forma equilibrada con el inferior es mediante el ruido que una persona genera al dormir o mediante el desgaste de nuestros propios dientes.
Si a ello le sumamos una situación de ansiedad, se pueden generar dolores tan cotidianos como las cefaleas o mareos, cuya causa se busca muchas veces en el lugar equivocado.
Este problema surge debido a la combinación de un mal encaje de los dientes al cerrar la boca, lo que hace que rechinen, junto a una situación de ansiedad, que provoca que el paciente apriete los dientes para aliviar la tensión.
La unión de maloclusión y estrés puede generar diversos problemas, tales como:
Precisamente, uno de los primeros síntomas que puede dar la alarma sobre el bruxismo o rechinar de los dientes, es la aparición de un fuerte dolor en la boca, ya que cuando los dientes no se ajustan bien, la sobrecarga de aquellos que impactan primero hace que su ligamento se inflame y duela.
La mejor forma de prevenir la aparición de las dolencias relacionadas con un mal ajuste de las piezas dentales es acudir al dentista de forma periódica. Sin embargo, si esto se olvida y los primeros síntomas empiezan a aparecer, la visita al dentista no se hará para prevenir sino para iniciar un tratamiento que consta de dos fases:
Pero como este problema no es sólo dental sino que también depende del estado de ánimo, el tratamiento de la primera fase suele implicar un procedimiento multidisciplinar, con la participación del psicólogo, el fisioterapeuta y la medicación, en colaboración con el dentista.
La mejor forma de afrontar los problemas surgidos de una mala oclusión en la infancia es evitarlos mediante una acción preventiva que consiste en realizar periódicas revisiones dentales en los niños menores de 6 años. Estas visitas al dentista pueden hacer que el odontólogo controle el espacio idóneo entre los dientes de leche para que, cuando salgan los dientes definitivos, lo hagan en una posición correcta que evite una mala oclusión en el futuro.
Como en los adultos, no valorar la prevención de estos problemas, aumenta las probabilidades de padecerlos. Sin embargo, el tratamiento que reciben los niños varía un poco con respecto a los adultos. Las principales diferencias son:
Lo fundamental es que cuando se realice la ortodoncia, se haga de forma que luego los dientes encajen bien.